domingo, 30 de octubre de 2011

Secuencias de Stephen King

Stephen King
Stephen King

A propósito del 31 de octubre, algunas secuencias favoritas de películas inspiradas en relatos del gran maestro del suspenso Stephen King, ese escritor a quien en un momento ya remoto de la adolescencia  algunos quisimos parecernos.


Misery (1990)

"Misery" fue la segunda película que Rob Reiner dirigió tomando como punto de partida una historia de Stephen King. Recuerdo nunca haberla visto sin cierta indiganción causada especialmente por la tremenda actuación de Kathy Bates:  se trata de la historia de Paul Sheldon (James Caan), un escritor exitoso que sufre un accidente. Para su infortunio, a su auxilio acude Anne Wilkes, una fanática lectora que en principio se muestra como una abnegada enfermera ansiona por ayudarlo, pero que lentamente se revela como una suerte de psicópata posesiva que no lo dejará ir nunca. El ambiente de la película es opresivo y claustrofóbico y el espectador comienza a sentir lentamente ansiedad y rabia en contra de esa mujer caprichosa y sin escrúpulos. Kathy Bates ganó un Oscar por la actuación y Anne es recordada hoy como una de las grandes villanas de la historia del cine, muy cerca de bichos como Norman Bates y Jason Bores.


Hay una secuencia en particular que esta registrada en el acervo visual del  cinéfilo promedio: luego de meses de recuperación, Paul esta apunto de dar con un plan para huir de la casa de esa mujer odiosa, sus piernas están casi sanas. Justo entonces ella descubre sus intenciones y, amarrado a la cama como lo mantiene, encuentra una solución brutal para evitar la huida… Lo más aterrador sin duda es la resplandeciente expresión de placer erótico que le ilumina el rostro  luego de destrozar los pies de Paul con una almádana… (una expresión muy similar a la del personaje de Takasshi Mike en la célebre y macabra secuencia  de los pies en Audición).




La Cosa ( It,1990)

La novela de Stephen King es de una violencia implacable y de una considerable carga sexual, pero la serie para televisión, que dura algo más de tres horas, esta bien pensada para un público infantil y resulta razonablen¡mente aseptica. La cosa es una fuerza maligna encarnada en un payaso llamado Pennywise que siembra el terror en cierto pueblo apacible hasta que un grupo de adolescentes decide hacerle frente

También aquí esta esa exploración de la amistad que tanto entusiasma a King y es eso lo que le da el sabor especial a la cacería implacable de ese payaso aterrador. Una de las secuencias más memorables ocurre cuando los niños creen encontrar a Pennywise en las páginas de un viejo álbum de fotografías del pueblo. De repente, el album parece cobrar vida y en una de las fotografías se ve aproximarse a una figurita que crece hasta ser el payaso. Se escucha una música de circo casi escalofriante y Pennywise, apunto de salir del álbum, les promete a los aterrados niños matarlos a todos. 



Cementerio Viviente ( Pet Samentary, 1989)

Esta es sencillamente una de las películas de terror que más impacto me causó en la adolescencia: una familia se muda a una casa a uno de cuyos lados hay un cementerio de mascotas. Al otro, una enorme carretera transitada por pesados camiones de carga. Un día de primavera, mientras todos son felices sentados en la pradera, el bebe camina lentamente hacia la carretera tras la cometa que dejó escapar. A lo lejos se acerca una camión…

Mary Lamber es la directora de esta cinta cuya corrección política es inferior a lo que se espera. Gage termina por convertirse en un bebe macabro y sanguinario que regresa del más allá y al cual deben matar una y otra vez sin éxito. Tal violencia contra una figura infantil (así este muerta) resulta inusitada en un cine que ha pactado siempre excluir a los niños de cualquier representación violenta.

Pero por más secuencias macabras que nos depare Cementerio viviente, es la muerte de Gage, el hemoso niñito de cabello dorado, la más espeluznante.





Cuenta conmigo (Stand by me, 1986)

El relato en el que está inspirada la película se llama El Cadaver, y  es muy diferente a la narrativa tradicional de King.  Ante todo no se trata de una historia de suspenso y la película, a cargo de Rob Reiner, se toma muchas libertades: cuantro amigos abandonan su pueblo para buscar el cadaver de un niño desaparecido de quien se sospecha fue arroyado por el tren. El viaje, lleno de pequeñas y simpáticas aventuras, significa para ellos el fin de la inocencia y el momento de mayor esplendor se su amistad. Cada personaje esta asediado por los típicos fantasmas interiores de un adolescente: el rechazo de los demás, la relación con sus padres, la sombra de algún vicio, en fin.


Ignoro cuántas veces habré visto la película pero en todas me causó una alegría enorme y logró devolverme con emoción a mi propia infancia. Creo que siempre voy a llevar conmigo el sobresalto y la ansiedad que sentí la primera vez con aquella secuencia del tren, que comienza con una canción de Budy Holly,  cuando ellos van cruzando apasiblemente el puente y de un momento a otro ven a  la descomunal máquina acercarse.






El Resplandor (Shining, 1980)

De la infancia recuerdo dos películas dirigidas por Stanley Kubric que me produjeron tal desconcierto que por entonces pensé en no repetirlas nunca. La primera fue La Naranja Mecánica, que de hecho  solo he repetido a pedacitos y sin mayor convicción. La segunda, El Resplandor, basada en una novela homónima de King. No resulta fácil encontrar una cinta más esquizofrénica. Ese aspirante a escritor, Jack Torrance, víctima de una suerte de embrujo es como la encarnación de una pesadilla. Y el niño, con su 'resplandor' y diciendo una y otra vez 'redrum', son capaces de espantar a cualquiera. Si a ellos les sumamos la bizarra sucesión de fantasmas en ese enorme hotel de miedo, las puertas que se abren para dar lugar a los profusos ríos de sangre, los cuchillos y las hachas...

La secuencia en la cual Nicholson destrosa la puerta a hachazos y se asoma para decir 'here's Jhonny' será perturbadora siempre, pero recuerdo que la primera vez que vi la película me sentí impresionado por la astucia de Danny cuando en los últimos minutos del filme huye de Jack por los vericuetos de ese laberinto de pinos y nieve. Es una secuencia trepidante capaz de dejar al espectador tan helado como a Nicholson, cuya mirada final a la cámara es de las más pavorosas de la historia del cine.