La literatura se nutre siempre de la realidad. Aquí cinco ejemplos de obras y personajes que vivieron primero en la imaginación desbordada del mundo real para luego convertirse en obras literarias.
Sherlock Holmes
En su juventud, mientras
estudiaba medicina, Arthur Conan Doyle
conoció al doctor Joseph Bell, quien llamó poderosamente su atención porque
estaba dotado de una capacidad de observación extraordinaria: luego de mirar por un instante
a una persona era capaz de deducir pormenores de su vida.
En una ocasión, a finales
del siglo IXX, Bell descubrió el asesinato de una mujer cuyo esposo quería
hacer pasar la muerte como un accidente doméstico. Una de tantas noches el hombre había dado a beber a su mujer un
vaso de zumo de limón al cual había agregado una buena porción de opio sólido. Un
tiempo antes la mujer, en un giro narrativo ya demasiado recurrente hoy en día,
había firmado una póliza de seguros contra muerte accidental. Al día siguiente
el hombre generó un escape de gas en el cuarto de su señora para simular que
esa era la causa de la muerte.
El doctor Joseph Bell
encontró un pequeño rastro de saliva en la almohada de la mujer y con esa pista
pudo desenmascarar al asesino. Además de servir como inspiración para las
cuatro novelas y los más de cincuenta relatos protagonizados por Sherlock
Holmes, dio lugar a una serie de la BBC llamada Los misterios del auténtico Sherlock
Holmes ( Murder
Rooms: The Dark Beginnings of Sherlock Holmes) transmitida en el año 2002.
Tarzán de
los Monos.
Tarzan de los monos
A los once años de edad, y mientras navegaba con
su familia por las costas de África Septentrional, William Milding desapareció
luego de que su barco naufragara. Sin embargo, sobrevivió y los siguientes
quince años los vivió de una manera singular: fue adoptado por una familia de
simios. La historia, que inspiró a Edgar Rice Burroughs para crear a Tarzán, ocurrió
en el siglo XIX. Al parecer cuando Milding fue rescatado luego de tantos años,
estaba tan habituado a la vida de la selva que nunca logró adaptarse de nuevo a
la sociedad.
Robinson Crusoe
Otro hombre abandonado a su suerte en un lugar
probablemente igual de salvaje que las costas de África fue el marinero escocés
Alexander Selkirk, contramaestre de un
barco llamado Five Ports, a principios del siglo XVIII. Selkirk algún día se
atrevió a protestar por las malas condiciones en las que se encontraba el
barco. El Capitán decidió no pasar por alto la protesta, que calificó de
indisciplina, y dio al contramaestre un castigo usual para los marineros de esa
época: lo dejó a su suerte en una isla desierta con una cantidad de víveres
suficiente para que sobreviviera mientras se adaptaba. Para entonces la isla, ubicada
en el Pacífico, se llamaba Juan Fernández. Hoy en día, bajo la soberanía de
Chile, se llama Robinson Crusoe, que es el nombre de la novela que tanto ella
como su célebre náufrago inspiraron en
uno de los autores más célebres de la época: el inglés Daniel Defoe.
Al parecer Alexander Selkirk logró, luego de cinco
años de vivir en la isla, que un barco viera las señales de humo que pacientemente se había encargado de hacer durante todo ese tiempo. Y fue rescatado.
Defoe también tuvo en cuenta para su novela la historia, muy similar, de Pedro Serrano, marinero español.
La Dama de
las Camelias
Margarita Gautier, la Dama de las Camelias,
estuvo inspirada en Marie Duplessis, una prostituta célebre en el París del
siglo XIX debido a que se coló en la alta sociedad y logró que sus amantes, una
serie de aristócratas, la mantuvieran. El símbolo de esta mujer era una
camelia, de allí la novela y su nombre.
Otro personaje literario cuya vida también rayó en
la prostitución fue Emma Bovary, la célebre madame Bovary. Lo más curioso de la
novela es que a mediados del siglo XIX, cuando fue publicada, ocasionó tal
controversia y fue tantas veces acusada de obscenidad, y por lo tanto
censurada, que cuando le preguntaron a Flaubert en quién se había basado para
escribir el libro contestó sin vacilar: Madame Bovary soy yo... Pero lo cierto
es a sus oídos había llegado la historia de una tal Dephine Delamaire, hija de un terrateniente francés y quien se casó con cierto médico. Delamaire llevó
una vida llena de lujos y de caprichos… y de amantes también. La mujer, probablemente desesperada por su vida disoluta, se comió algún díaun puñado de arsénico y se convirtió en el modelo sobre el cual está
escrita una de las novelas más importantes de la historia de la literatura.