Don Quijote ha sido siempre uno de los emblemas de la locura. Con su molde fueron cortados otros locos ilustres como el jóven Werter, el barón de Münchhausen e Ignatius Railly, solo por mencionar algunos. Aquí unas cuantas claves para comprender la sin razón del viejo caballero andante.
Una de las primeras
pistas que nos da Cervantes para comprender el carácter de Don Quijote de la
Mancha está en su aspecto físico. Antes de conocer las aventuras del caballero andante el lector
se encuentra en la primera página del libro con una descripción
que, aunque somera y muy poco enfática,
está emparentada con las teorías de un libro
de 1575 titulado Examen de ingenios, de Huarte de San Juan. Según sus
biógrafos y exégetas, resulta muy probable que Cervantes haya leído y
considerado el pensamiento de aquel auto.
Don Quijote era un
hombre de complexión recia: seco de carnes y enjuto de rostro. Esas
características parecieran no decirnos
mucho acerca del carácter de una persona. Pero en el libro de Huarte de San Juan nos
encontramos con lo que los fisiólogos de la Edad Media llamaban la Teoría de
los Humores: en el cuerpo humano se combinan los estados propios de las cosas
que conforman el mundo para producir los humores. Esos estados son lo caliente,
lo seco, lo húmedo, y lo frío. Cuando en el cuerpo se juntaba lo caliente y lo
húmedo, se formaba la sangre. Cuando se combinaba lo frío y lo húmedo, aparecía
la flema. Y en fin. Esas mezclas producían además la bilis y la melancolía.
Ocurría entonces que una persona en la que el humor predominante era la bilis,
tenía un temperamento colérico. Si predominaba la sangre, era un temperamento
sanguíneo: impulsivo y caprichoso. Y si predominaba la flema, era
flemático: lento y cansino.
Don Quijote era un temperamento colérico. En el séptimo capítulo de la
primera parte, luego de que sale por primera vez a sus aventuras y regresa maltrecho a su casa, el barbero y el cura aprovechan
para sellar su biblioteca con un muro y quemarle todos los libros de caballerías.
Así que, cuando se repone y va en busca de sus amadas novelas de caballeros
andantes, atribuye su desaparición a las malas artes del sabio encantador
Frestón, que le tiene ojeriza, y nadie lo contradice porque
según Cervantes vieron que se le encendía la cólera.
¿Y cómo era un tipo
colérico según Huarte de San Juan? Eran personas con mucha inclinación hacia la
sabiduría y con mucho ingenio, es decir, con gran picardía a la hora de
hablar y expresarse. Dice en el Examen de Ingenios que los
coléricos son personas con un carácter muy variable debido a la sequedad y al
calor de su cerebro y que son muy dados a la extravagancia.
Volviendo a los
rasgos físicos de don Quijote nos encontramos con que según Huarte de san Juan
entre las personas coléricas es común encontrar tipos de muy pocas carnes,
duras y ásperas, hechas de nervios y murecillos, y las venas muy anchas; es
frecuente encontrarlos morenos, tostados, verdinegro y cenizo. Y estos tipos
suelen tener una voz “abultada y un poco áspera”.
El libro aporta una descripción bastante aproximada a Don Quijote, tanto
física como espiritualmente. Y por si fuera poco atribuye a la locura causas
muy similares a las que nos da Cervantes La
vigilia de todo el día deseca y endurece el cerebro, y el sueño lo humedece y
fortifica. Según Cervantes a Don Quijote: Del poco dormir y del mucho leer se
le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio.
Pero aunque lo
llevo a perder el juicio, la lectura de libros de caballería era aún normal por
la época en que se desarrollaba la historia, a principios del siglo XVII. Según algún estudioso, en la vida real hubo personas que sufrieron ciertos
desordenes por culpa de esas lecturas. Se cuenta el caso de un tipo que cayó
inconsciente leyendo las páginas en las que se relata la muerte del Amadís de
Gaula, un héroe muy célebre del género. También se recuerda a un estudiante de Salamanca en el año 1600: mientras sus compañeros prestaban
atención a la clase, él leía muy concentrado una de tantas novelas; de un momento a otro se armó con un palo y empezó a esgrimirlo como si fuera
una espada y los compañeros muy asustados fueron a preguntarle qué pasaba a lo
cual él contestó que lo dejaran, que estaba defendiendo al caballero andante
del libro. De ahí a ser el Quijote hay un solo paso.
Hay otro elemento
que hace mucho más singular la locura de Don Quijote: Aldonza Lorenzo, más
conocida como Dulcinea del Toboso. Ella es, en últimas, la justificación de
todas las locuras del quijote. De hecho en el primer capítulo de la primera
parte del libro Cervantes nos cuenta cómo después de que desempolva
su armadura y se la pone, y luego de bautizar a su caballo con el nombre de
Rocinante, decide buscar una dama de quien enamorarse porque según él
“Caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin
alma"...