domingo, 2 de octubre de 2011

A fuerza de sentirme mal, llego a sentirme bien

Locura y Literatura (II)

Nigthawks (fragmento), Edward Hooper.
Uno de los estereotipos más explotados por el cine y la literatura en los últimos tiempos es el de los personajes deprimidos. Al punto que la depresión es un gran negocio mundial con el Prozac como uno de sus símbolos más reconocidos. Es comprensible: en un mundo multitudinario y anónimo millones creen ver en esa patología un medio fácil para escapar de una vez por todas de su vida ordinaria y común. Sentirse deprimido ha terminado porser para muchos un privilegio que los emparenta con personajes atormentados y geniales: Edgar Allan Poe, Kurt Cobain, Rimbaud, Virgina Woolf. Circulan incluso textos que venden la enfermedad como un don… y cada vez hay más gente ‘feliz’comprando esa idea.

Pero lo cierto es que la depresión ha significado una presencia notable en el mundo de la creación literaria y artística, tal vez de allí su carisma. El psicoanálisis, disciplina en la cual ya nadie se atreve a confiar, explica esa enfermedad como una conjunción de factores biológicos y socioculturales: para que ocurra deben existir ciertas circunstancias traumáticas, pero además en el organismo de la persona deben existir características que la hagan propensa. Hoy sabemos que las distintas manifestaciones de la depresión responden a factores genéticos ya la manera en que el cerebro secreta hormonas como la serotonina, la dopamina o el cortisol, lo cual nos lleva además a preguntarnos: si los estados de ánimo están regulados por el flujo de ciertas sales en el cerebro ¿a qué cosa llamamos alma?

Más allá de cualquier discusión, aquel desorden emocional fue el aguijón de no pocas obras. Se dice que AlbertCamus escribió el Mito de Sísifo en medio de una gran depresión, por ejemplo. Pero también ha ejercido el efecto contrario. A Jean Cocteau le resultaba muy difícil escribir durante sus crisis depresivas, que además estaban acompañadasde opio. Algo similar ocurría con Josep Conrad, que tuvo que ser recluido en un hospital mientras escribía su primera novela debido a la fuerza de la enfermedad. Por aquella época, finales del siglo XIX, escribió lo siguiente: “continúo sumido en la más densa de las noches y todos mis sueños son pesadillas”.

A todas estas viene entonces la pregunta de cuáles son los fundamentos de la creación literaria y la creación artística en general. Franz Kafka escribió en su diario algunas palabras que nos pueden dar alguna luz: “En mi se puede distinguir perfectamente una concentración a favor de la literatura. Cuando resultó evidente en mi organismo que la orientación de mi naturaleza hacia la creación literaria era más productiva, todo se agolpó en ese sentido y dejó desocupadas aquellas aptitudes que se dirigían hacia los goces del sexo, la bebida, la comida, la reflexión filosófica. He adelgazado por todas partes”.

Los creadores parecen preferir estados que normalmente  el común de las personas evitan. Estados como el aislamiento y cierto regodeo en la tristeza. GustavFlaubert escribió que “a fuerza de sentirme mal, llego a sentirme bien”. Y Marcel Proust, aquel otro gran escritor francés escribió: “Las obras, como los pozos artesianos, alcanzan más altura cuanto más profundamente se ha hundido el sufrimiento en el corazón.”

En el psicoanálisis encontramos muy similar a la descripción de Kafka. Según Freud el sustento del impulso creador es la transformación de las pulsiones sexuales, que se convierten en energía dedicada a la creación. Hay una sublimación. La pulsión sexual cambia sus metas por otras que no son sexuales.

Otra explicación del acto creador es la que propone Melanie Klein. Según ella el impulso creador es inherente atodas las personas y proviene de la necesidad que siente el individuo de reparar el daño que en fantasías le causó a la madre en los primeros años de su vida. La creación, según esta teoría, proviene de un sentimiento inconsciente de culpa. 

(Continuará)