domingo, 10 de marzo de 2013

Reseña: Correr




Correr de Jean Echenoz


No recuerdo con precisión cuándo supe por primera vez de esta novela de Jean Echenoz pero  recuerdo en cambio cierta entrevista en la que el escritor francés manifestaba su intensión de emular en ella, por lo menos parcialmente, al Marcel Schwob de Vidas Imaginarias. Y tal vez fue entonces cuando me decidí a leerla.

Correr hace parte de una trilogía de biografías noveladas en las que Echenoz se ocupa además de Maurice Ravel y de Nicolás Tesla. En este pequeño volumen el protagonista es el checo Emil Zátopek, gran leyenda del atletismo, ganador de tres medallas de oro en solo una semana por allá en los juegos olímpicos de Helsinki en 1952. Las ganó en tres competencias absurdamente arduas: 5000 metros, 1000 metros y la maratón. Zátopek fue la renovación del atleta invencible que rayaba en lo divino, tan propio de la antigüedad clásica, y que en nuestros días ha renacido en hombres como, Phelps, Schumacher, Messi o Federer.

Pero además fue un hombre con profundas convicciones políticas que lo llevaron a apoyar en 1968 aquella ola de renovación al comunismo conocida como la Primavera de Praga. El resultado fue, como suele ocurrir con la disidencia en los regímenes totalitarios, amarga para el gran deportista. 

Jean Echenoz
Jean Echenoz





Jean Echenoz relata la vida del corredor sin apasionamiento, como lo haría un notario: su juventud lejana a los deporte; su inesperado encuentro con el atletismo; sus entrenamientos mientras a lo lejos se escuchan las bombas del Ejército Rojo tratando de ahuyentar de una vez por todas a los alemanes, en desbandada y con la guerra ya perdida; sus líos con la prensa; sus incontables glorias y las infamias a las que lo somete el partido comunista. No hay, creo yo, una sola palabra, un adjetivo, que deje entrever alguna emotividad.  Ni siquiera el primer gran momento glorioso de Zátopek, cuando era un desconocido y ganó aquella carrera ante cientos de espectadores atónitos en Copenhague.

La narración, que avanza a zancadas como su protagonista, es fría, casi rutinaria, sumarial; la grandilocuencia le queda a la imaginación del lector, que en efecto se ve casi en la necesidad de desbordar esas palabras tan precisas. El autor por su parte no le hace nunca esa concesión, lo cual constituye sin duda un gran acierto. En esa medida resulta difícil leer Correr sin evocar el Reportaje al pie de la horca de Julius Fučík, ese otro héroe de la historia checa en el siglo XX, cuyo estilo a la hora de relatar su propia muerte resulta tan abrumadoramente parco.

Un libro entretenido, rápido y profundo; como para leer en una sola sentada.


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