
Segunda entrada dedicada a una de las décadas más convulsionadas y apasionantes de la historia de Colombia.
La segunda administración de López Pumarejo se inició sin
sobresaltos luego de que Laureano Gómez y sus adláteres prometieran una
revolución en caso de que el candidato de la Revolución en Marcha retornara a
la presidencia. El 2 de enero de 1942 El Liberal, periódico dirigido por
Alberto Lleras Camargo que servía como plataforma política a López Pumarejo, publicó la
siguiente información: “El señor Álvaro Gómez Hurtado, hijo del doctor Laureano
Gómez y vicepresidente del consejo municipal de Bogotá, a raíz de una
conversación política con el señor Pedro López Michelsen, le anunció que el
señor Alfonso López no sería Presidente de la República, porque había treinta
jóvenes conservadores juramentados para matarlo, en el caso de que fuera
elegido. Agregó:
- Por mi parte, cumpliré las órdenes de mi padre,
aunque me cueste la vida.
Se recuerda que el señor Laureano Gómez en el Senado de la
República y en su propio diario (El Siglo), anunció que el conservatismo
optaría por la guerra civil o el atentado personal, y defendió como moral y
conveniente éste último, citando opiniones de teólogos españoles de la Edad Media”.
Por su parte, Laureano, tratando de encontrar ayuda para su
sonada revolución, había dicho al embajador norteamericano Spruille Braden: “¡Guerra
civil! Habrá guerra civil, y esperamos que ustedes nos apoyen en ella, para
impedir que el comunismo se apodere de Colombia”. Y cuando Braden le manifestó
el poco interés de los Estados unidos en esa guerra, Gómez replicó: “Entonces
tendremos que buscar ayuda en cualquier otra parte.”
![]() |
Laureano Gómez |
Muy probablemente esa “otra parte” era la Alemania nazi, país cercanísimo a los afectos de Gómez, y del cual había manifestado ser el adecuado para controlar el Canal de Panamá. De hecho, el gobierno alemán, según lo registra Venon Lee Fluharty en su libro La Danza de los Millones, había donado, por medio de su agregado de prensa, cien mil pesos en 1942 para la construcción de una nueva imprenta en el periódico El Siglo.
De cualquier forma, aunque Gómez no inició su revolución,
tampoco desaprovechó las oportunidades que se le presentaron para hacerles daño
al presidente Alfonso López y a su gobierno. Esa oportunidades se presentaron
en forma de escándalos, y El Siglo se constituyó en la principal herramienta
para explotarlas: los negocios turbios del hijo del presidente, Alfonso López
Michelsen, dieron lugar para que la prensa oposicionista, e incluso periódicos
liberales como El Tiempo y La Razón, lanzaran ataques implacables contra López
Pumarejo aduciendo complicidad y encubrimiento. Así mismo, la orden del
ministro de guerra de construir unas casetas cerca de una finca de la familia
Michelsen con el fin de custodiar al presidente cuando estuviera de visita
allí, generaron en la prensa (no solo en El Siglo) severas críticas
fundamentadas en el hecho de que dichas construcciones valoraban una propiedad
privada a costa de inversiones oficiales. Sin embargo, tal vez el escándalo que
dio lugar a los ataques más violentos contra López Pumarejo fue el asesinato de
Francisco Pérez, alias Mamatoco.
A principios de 1943, y gracias a las informaciones de los
servicios de inteligencia norteamericanos, López Pumarejo denunció ante la
prensa, y prohibió mediante decreto, las operaciones en el país de un grupo
nazi-falangista integrado entre otros por Silvio Villegas y Guillermo León Valencia. Unos meses
después Mamatoco apareció apuñaleado en el parque José Santos Chocano de Bogotá,
y se inició entonces el contragolpe de los laureanistas
No hay comentarios:
Publicar un comentario