sábado, 19 de enero de 2013

Argo

Ben Affleck al rescate argo


Ben Afleck empezó a perfilarse como un tipo odioso desde Armaguedon,  pero vino a consolidar esa imagen en Pearl Harbour, película que además de contar con él como protagonista constituía una exaltación chapucera del siempre predecible patriotismo norteamericano (vale recordar que ambas tuvieron como director a Michael Bay, también detestable). De hecho creo que nadie lograba explicarse cómo aquel actor mediocre con ínfulas de galán había ganado alguna vez un Oscar. En efecto Affleck escribió junto con su gran amigo Matt Damon el guion de Good Will Hunting, trabajo que les valió aquel premio en 1997. Pero cinematográficamente hablando, creo que pocos estaban dispuestos a atribuirle algún otro mérito. Hasta que anunció que iba a incursionar en la dirección.

La primera película dirigida por Affleck fue Gone, Baby, Gone (2007), que además contó como protagonista con su hermano, Casey Affleck. En contra de todos los pronósticos, se trató de una obra madura que llenaba al espectador de cuestionamientos éticos y morales, pero que ante todo lo mantenía en ascuas hasta el último minuto por el ritmo frenético de la narración. Por aquella misma época llegó Hollywoodland, otra sorpresa: allí Affleck interpretaba con notable solvencia al actor que encarnó en la década de los cincuenta a Superman en la serie de televisión: un George Reeves alcohólico y derrotado.

En 2010 el californiano ex esposo de Jennyfer López estrenó The Town. En esta oportunidad además de dirigir se encargó del papel protagónico y logró que la crítica del mundo comenzara a verlo definitivamente con otros ojos. Esta nueva película, un thriller de acción coprotagonizado por Rebeca Hall, sin lograr la profundidad y el cuerpo de Gone, Baby, Gone, reafirmaba el pulso narrativo de su director.

Por supuesto Affleck aún está lejos del nivel de directores de su generación como Poul Thomas AndersonWes Anderson, pero la lejana similitud entre su carrera y la de grandes maestros del cine clásico norteamericano como Nick CassavetesClint Eastwood, logra que ahora muchos esperemos  con cierta expectación morbosa cada uno de sus proyectos. Por eso cuando el año pasado se anunció el estreno de Argo el entusiasmo fue general.

argo


Argo relata  una historia real: el operativo que en 1980 la CIA llevó a cabo para rescatar a seis funcionarios  de su embajada en Teherán durante aquella crisis de rehenes ocurrida en el agitado Irán posterior al régimen del Sha y dominado por los Ayatolas. Por supuesto esa trama está lejos de ser inocente y espontánea en un momento en el que Estados Unidos amenaza reiteradamente con atacar al régimen de Mahmoud Ahmadinejad. Incluso se me ocurre que es demasiado significativo que el director, que además es el productor junto con George Clooney, quisiera rodar en Teherán y el gobierno de U.S.A lo persuadiera de no hacerlo.

Affleck  interpreta al agente secreto Tony Méndez quien propone la filmación de una película de ciencia ficción en Irán como fachada para el rescate. Se oye absurdo. Y lo es. Pero el contraste entre las calles de Teherán, con  supuestos traidores al régimen colgando del cuello en el brazo de una grúa, las oficinas claustrofóbicas de la CIA y el brillo fastuoso de Hollywood le aporta a la historia un tono tragicómico acentuado por la presencia refrescante y  el gran sentido del humor de John Goodman y Alan Arkin, quien por cierto está nominado por su trabajo aquí al Oscar como mejor actor secundario.

La trama de Argo no le da tregua al espectador, que ve cómo los hilos de la historia se van tensando  y sufre en su silla por la suerte esos personajes, cuyo destino es incierto. Creo que merecidamente la película ha sido clasificada por algunos en el género de aventuras; por ese ritmo trepidante y por su sabor a intriga política en algunos aspecto me recordó North by Northwest de Hitchcock. Pero sin duda el precedente más notable es Wag the dog (1997), la película de Barry Levinson, que también aborda el tema del cine y la política internacional.

Un aspecto notable además es la fotografía de Rodrigo Prieto (Beutiful, Babel, Brooke Back Mountain, 8 Mile, Amores perros…) que por ratos lo hace a uno pensar que está viendo una película de Sidney Lumet. Eso sin mencionar la increíblemente minuciosa dirección de arte.

Quedan para  el olvido los planos en los que sin razón aparecen los pectorales y los abdominales del protagonista. Pero sobre todo, para el olvido los planos le atribuyen a la cinta el tufillo heroico y chauvinista que nos hace recordar el fantasma del Affleck de Pearl Harbour. 

Trailer

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