sábado, 1 de septiembre de 2012

Detectives, mafiosos, terroristas...

No habrá paz para los malvados


Otra de cine negro, el western de nuestros tiempos
El director de No habrá paz para los malvados, Enrique Urbizu, es toda una personalidad en España. Se le atribuye el mérito de haberle dado cierto vuelo al panorama del cine negro español, del cual en efecto el mundo no tiene mayor noticia más allá de Santiago Segura. Dos de sus anteriores películas, que por cierto no he tenido el gusto de ver, gozan de gran prestigio: La muerte mancha y La caja 507. Recuerdo eso sí su participación como guionista en La novena puerta, de Roman Polanski, película infortunada, adaptación de una novela considerablemente entretenida de Arturo Pérez Reverte llamada El Club Dumas.

En No habrá paz para los malvados Urbizu nos muestra la realidad sórdida e intrincada detrás de los grandes atentados terroristas perpetrados por grupos extremistas. Lo hace de la mano de Santos Trinidad, un detective azaroso interpretado por José Coronado. Una noche Trinidad entra a un prostíbulo y luego de beber un ron con Coca-Cola mata a balazos a tres colombianos implicados al parecer en tráfico de drogas. De la masacre queda un testigo al cual el detective deberá encontrar; para lograrlo se  sumerge en los bajos mundos de las mafias colombianas y marroquíes que enturbian las calles de Madrid.

La película de Urbizu fue recibida con entusiasmo por la crítica e incluso ganó  varios Premios Goya en 2011, entre ellos a mejor director y a mejor película. Y aunque creo que el entusiasmo es desmesurado, hay que aceptar que nos encontramos ante una película meritoria que logra, cosa que no es tan común últimamente, mantener el nivel de tensión hasta el último minuto sin hacerle concesiones al espectador.

Santos Trinidad va por el mundo atendiendo a su ley, como un renegado, lo cual le da al film cierto aire de western también… Nunca el director condesciende mostrárnoslo simpático o ligeramente amable. De hecho ese es casi uno de los defectos del film: no hay gran profundidad en los personajes, que se sienten más bien vacios, cada uno desempeñando su papel en ese complejo ajedrez… eso sí, hay que reconocer que Coronado hace un trabajo soberbio interpretando a Trinidad. De hecho la sola presencia del personaje en la pantalla, sin decir nada causa cierta repulsión, cierto miedo.

A favor del director habría que decir que esa superficialidad de los personajes es una marca de género presente sobre todo en cierta novela negra, donde solemos encontrarnos con arquetipos, con seres de muy pocas dimensiones…

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