lunes, 18 de junio de 2012

Prometheus

Alguien le robó el fuego a Ridley Scott

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Reseña de la esperadísima precuela de Alien

A pesar de todos los años que han pasado no olvido la emoción enorme que sentí cuando vi por primera vez Aliens, la secuela de Alien, el Octavo pasajero, dirigida por James Cameron: el sonido de las armas, el diseño de las naves, la manera precisa como estaba definido cada uno de los personajes (según estereotipos del género, claro), la historia, que no paraba de dar sobresaltos… Por supuesto, para entonces no era nada más que un niño y resulta normal que me sitiera abrumado, pero incluso hoy creo que se trata de un relato maduro que obviamente explota las reacciones a flor de los espectadores, como es de esperarse de cualquier superproducción de ese tipo, pero que alcanza varios niveles de lectura y que merece un lugar muy destacado en la historia del cine de ciencia ficción e incluso en la historia del cine, así sin apellidos. La contienda entre la teniente Ripley y la reina Alien alcanza, creo yo, una intensidad y un dramatismo tal que a ratos parece una antigua epopeya. Es como el enfrentamiento épico entre dos fuerzas de la naturaleza.

De manera que cuando se confirmó la noticia de que Ridley Scott se haría cargo de una precuela de la historia, el entusiasmo y la ansiedad aparecieron de inmediato. Scott, como sabe todo el mundo, dirigió la primera parte de la saga y estuvo detrás de otro hito enorme de la ciencia ficción: Blade runner. Muchos se empeñan en seguir llamándolo un ‘gran director’, pero creo que más allá de Telma and Louise  sus películas nunca han pasado de ser, en el mejor de los casos, aceptables. Sin embargo, puesto que fue el creador del universo de Alien, su regreso era, por lo menos, esperanzador.  Mucho más aún si consideramos que luego de la segunda parte la saga entró un poco en desgracia: Alien 3 fue un muy buen intento de David Fincher, pero tal vez alejarse tanto de la estética visual de H.R Giger y del ritmo trepidante que impuso Cameron no fue del todo una buena decisión… Y Alien: Resurection fue un desacierto total por una razón extraña: la visión tan personal de  su director, Jean Pierre Jeaunet. El tipo sin duda es una de las personalidades más interesantes del cine actual, pero era demasiado raro ver en Alien a los mismos personajes de miradas desorbitadas y sentir la atmósfera onírica de películas como Delicatessen o Amelié. El tono sencillamente debía ser otro.

El caso es que luego de tanta espera llegó Prometheus, la historia de cómo la curiosidad humana provocó el surgimiento de esos asesinos voraces que son los aliens… Se trataba tal vez de la película más esperada del año luego de The Dark Knigth. La campaña de expectativa fue intensa: afiches promocionales, spots, un corto en el que se presentaba a David 8, un androide en la línea de Bishop… y los trailers. Tres. Todos electrizantes.


Y pues… habría que decir que la película no está del todo mal: se responden dos preguntas que siempre tuvieron a los fans en ascuas y que fueron motivos de críticas: el origen de los aliens y la identidad de la otra raza extraterrestre, mencionada en la segunda parte de la saga; eso está bien. Sin embargo, Ridley  Scott, fiel a su marca como director en las últimas dos décadas  avanza en el relato a empujones  y apela de manera impenitente a recursos  desgastados y predecibles, al punto de acabar con por completo con el carisma de la historia… Algo que recuerda un poco su  pésimo trabajo en Hannibal, la segunda parte de El silencio de los inocentes

Por ejemplo: cualquier espectador con cinco dedos de frente sabe a ciencia cierta cual será el papel que jugará en la trama David, el androide interpretado por Michael Fassbender. Lo mismo ocurre con el personaje de Charlize  Theron, que probablemente no le aporta nada al relato, pero desde el principio se revela como un lugar común… Y la representación de la raza extraterrestre superior, los ‘ingenieros’… una variación de la apariencia estereotipada del típico marciano. En este punto hay que recordar que uno de los factores que más fascinación produjo en la saga fue esa estética poderosa y poco convencional. 

En favor de la película habría que decir que, en el contexto de la cartelera actual,  resulta incluso entretenida. Visualmente además es una delicia que cuenta con Dariusz Wolski, experto en ambientes lóbregos y bizarros, como director de fotografía… A Wolski, valga recordarlo, le debemos la fotografía de Piratas del caribe, Sweeney Todd, Alice in Wonderland,  Crimson Tide, (dirigida por Tony Scott, el hermano de Ridley)  y de otra película oscura, The Crow, cuya atmósfera opresiva es lejanamente semejante a la de Prometheus.

De los actores no hay mucho qué decir, excepto que es un gusto ver a Noomy Rapace  en este otro registro, bonita y ya lejana a Lisbeth Salander.

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