martes, 10 de abril de 2012

Reseña: Kitchen

"La felicidad es vivir sintiendo, lo menos posible, que el hombre esta solo"


kitchen - Banana Yoshimoto



Lectura de una novela cuyoculto creció en los 90's.








 

Kitchen, en la colección Fábula de Tusquest Editores.


Tengo la impresión de que este libro me ha estado esperando durante muchísimo tiempo. Lo he visto siempre ahí  paciente en el estante desde que Tusquets publicó la segunda edición en español en el ya remoto 1994. Eso ahora es por lo menos más de media vida. Por entonces ahorraba mis insignificantes ingresos para comprar cuanto libro podía. Y recuerdo que sentía especial debilidad por la colección Fábula. En ella leí por primera vez a gente como Luis Sepúlveda, Boris Vian, Malcolm Lowry… En fin. Allí estaba también Banana Yoshimoto, la jovencita de veinticuatro años que en 1988 había deslumbrado al mundo con esta breve novela titulada Kitchen. Ese deslumbramiento me producía desconfianza.

Creo que en el ámbito de la literatura, como en cualquiera otro, existe cierta propensión hacia la frivolidad y la ligereza.  Tal vez más, incluso. Por esa razón siempre he practicado la sana costumbre de desconfiar de las revelaciones o de los mesías literarios. Y aunque cada vez soy más laxo y sucumbo pronto a los embates de la mercadotecnia cultural, suelo esperar por lo menos unos años antes de prestarle atención a lo que el statu quo literario dictamina que hay que leer.

Con Banana Yoshimoto me ocurría además que era otro de los estandartes de la absurda, y sin duda superficial, adoración que occidente rinde a la cultura oriental. La prensa la vendía, y lo hace aún, como una gran heredera de la tradición literaria japonesa. Y yo me preguntaba, y me sigo preguntando, si alguien que cumpliera cabalmente con ese título alcanzaría a ser tan masivamente leído y vendido. Me atrevo a pensar que gente como Tanizaki o Akugatawa, incluso Yukio Mishima, escritores japoneses por excelencia, son moderadamente leídos hoy.  

Inevitablemente en nuestros tiempos cuando las personas compran frenéticamente un libro lo hacen más movidos por el impulso de la moda y por la presión mediática que por la convicción y el conocimiento… En 1999 por ejemplo el Ulises de Joyce se convirtió en un insospechado bestseller debido a que la prensa molió una y otra vez el anuncio según el cual los críticos de todo el mundo habían elegido esa novela como el mejor libro del siglo XX… Y claro, la gente salió a comprarlo en trapisonda como si se tratara de una entrega de Harry Potter o de otra novela de Pablo Cohelo… Yo hubiera pagado por verles la cara a muchos de ellos después de las primeras cinco páginas.

El caso es que este fin de semana dejé por fin a un lado el prejuicio y le hinqué el diente a la famosa novela de Yoshimoto. La historia es sencilla: Mikage, una joven universitaria queda sola en el mundo luego de la muerte de su abuela, su refugio entonces es la cocina de su solitaria casa, y su única compañía la nevera. Conmovidos, Yuichi y Eriko, su madre (descrita como una mujer de belleza excepcional) deciden invitarla a vivir con ellos: muy pronto Mikage descubre que Eriko es en realidad un hombre, un travesti. Entre los tres personajes, profundamente solitarios cada uno a su manera, se crea pronto una relación de gran cariño y respeto.

En efecto el ritmo de la narración es lento y sosegado, como se nos repite hasta el cansancio que es el espíritu oriental, y esta cargado de un tono nostálgico con cierto aire poético aquí y allá. El relato, que solo abarca unas ciento cincuenta páginas se va sin que uno siquiera se dé cuenta y alcanza algunos momentos verdaderamente bellos. Comprendo perfectamente por qué miles de lectores hayan terminado por convertirla en una novela de culto: es una historia que le habla a hombres y mujeres de hoy, hombres y mujeres para quienes relacionarse es cada vez más difícil debido al mundo tumultuoso en el que vivimos.

Pero tanto tiempo después compruebo lo que siempre sospeché: Kitchen es un libro hecho a la medida para cierto  público contemporáneo afecto a la lectura pasiva. Un relato ligero (casi al punto de poder ser llamado light en el mal sentido del término); adobado con toques de romanticismo y melancolía muy bien aprendidos del cine y con el mismo aire occidental del Tokio Blues de Murakami, quien es una influencia más que obvia en Yoshimoto; así como también es una influencia Kazuo Ishiguro. Y ambos escritores, al margen de su calidad (aunque enfatizando que The remains of the day es una gran novela) no son precisamente continuadores de la tradición literaria nipona. De hecho son producto de la estrepitosa irrupción de Occidente en esa cultura. En Murakami es de sobra más evidente la influencia de Scott FitzGerald, que la de Kawabata y en Ishiguro encontramos más ecos de Henry James que de otro autor oriental. En su mayoría la obra de estos narradores puede situarse en  otro contexto cultural y seguir intactas. Lo cual no es una falta, incluso tiene cara de virtud, pero es además un indicio de que en ellos, como en Banana Yoshimoto, su pretendido espíritu oriental es mucho más un gancho publicitario que una cualidad real.

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