sábado, 3 de marzo de 2012

A propósito de Hugo Cabret

Breve recuerdo de un pionero del cine
James Williamson


Hace más de cien años el lenguaje del cine fue creado por decenas de hombre como George Méliès  y James Williamson, dotados de la intuición y la creatividad de un niño












James Williamson
James Williamson
































































Fuentes:


Historia del cine, Román Gubern

screenonline.org.uk

www.imdb.com



Cada quién sabrá qué pensar de La invención de Hugo Cabret la última y, valga decirlo, ansiosamente esperada película de Martin Scorsese. Yo por mi parte me dormí, y aunque reconozco que la fotografía, el sonido, el vestuario y el uso del 3D son de un altísimo nivel, creo que la verdadera grandeza de un film empieza en su solvencia narrativa. Y en esta oportunidad es allí donde no está del todo bien el gran maestro neoyorkino. Pero en fin, es solo una película… El aspecto que sí hay que agradecerle a Scorsese  es el sentido tributo al cine y el recuerdo (con un rigor prácticamente histórico) de una figura como la de  Georges Méliès, que tanto vuelo le dio  a solo unos años de sus inicios, y curiosamente en medio de una gran crisis, a esa extraordinaria forma de contar historias.

Sin embargo  Méliès  no estuvo solo y aunque sus resultados fueron para entonces más espectaculares que los de cualquiera, hubo pioneros de la cinematografía cuyos desarrollos y creaciones podrían parecer rutinarios y menores a los ojos de un espectador de hoy, acostumbrado a todo tipo de pirotecnias, pero son en realidad verbos fundamentales para este lenguaje. Uno de esos pioneros fue James Wiliamson. Mientras Méliès  explotó tal vez hasta el agotamiento las posibilidades de la puesta en escena teatral, hombres como Williamson se animaron a mover la cámara, a alternar secuencias y a cultivar en sus producciones un realismo tan expresivo que incluso cautivó al gran autor de El viaje a la luna.

El escoces James Williamson fue el principal nombre de la llamada Escuela de Brighton, grupo de cieneastas y fotógrafos cuyos preceptos se adelantaron por décadas a la Nueva ola francesa y al Neorrealismo: prefirieron grabar en escenarios reales, usaron el primer plano y exploraron los diferentes puntos de vista de una acción. A diferencia de Lumier y  Méliès  movían la cámara y hacían un uso expresivo del montaje.

A Williamson lo recordamos en particular por dos cintas que incluyeron cada una una pequeñas pero trascendentale innovaciónes:

A big swallow: el close up y el travelling subjetivo

El travelling fue inventado en 1896 por Alexander Promio, que espontáneamente comenzó a grabar mientras iba en una  góndola en Venecia. El resultado es una película llamada Panorama del Gran Canal visto desde una embarcación (1896). Unos años después, en 1901, Williamson filmó A big swallow, una película de solo un minuto en la que un hombre, molesto por ser grabado, se traga a la cámara y al camarógrafo. Lentamente el espectador ve cómo el tipo se acerca y ve su mirada acercarse también en uno de los primeros momentos del travelling subjetivo. Y entre más se acerca, el espectador aprecia además una imagen emblemática de la historia del cine: el primer plano de la boca de ese hombre. Es el primer close up del que se tenga noticia. A big swallow es también una prematura imagen del surrealismo, tan emblemática como la secuencia del ojo en Un perro andaluz.





Stop Thief!: la primera persecución

Desde The french conection, pasando por Mad Max y El diablo sobre ruedas algunas secuencias memorables en la historia del cine son persecuciones. Se trata de casi un género que requiere de una habilidad técnica notable. Los hermanos Lumiere bosquejaron una persecución en El falso mendigo de 1896. Pero James Williamson es el padre en propiedad de estas secuencias vertiginosas con esta película de algo más de un minuto en la que un mendigo se roba una pierna de cordero y es perseguido por el dueño, un joven carnicero, y sus enfurecidos por perros:






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