sábado, 18 de junio de 2011

"Conocerás al hombre de tus sueños"

Woody Allen como en los viejos tiempos





Hay recuerdos caprichosos, que se imponen sin uno saber por qué. Yo por ejemplo recuerdo la mañana en que luego de una noche terrible encontré en Cinemax (cuando aún era una opción decente) “Broadway Danny Rose”, la entretenidísima película de Woody Allen de 1984. Y la recuerdo como una de las mañanas más alegres de mi vida… La historia de ese Danny Rose, representante de magos y músicos fracasados, que termina vendiendo ventanas y perseguido por gánsteres me iluminó el día. Ya antes había visto varias películas del gran director neoyorkino, pero solo hasta entonces supe apreciar su encanto, su agudeza y su devastador sentido del humor. Desde entonces pienso en lo mucho que iremos a extrañar a Woody Allen cuando ya no esté con nosotros para darnos año tras año un capítulo más de su universo neurótico y retorcido.

Por suerte el pequeño judío pelirrojo sigue demostrándonos que su lucidez e ironía se mantienen intactas. Estamos a la espera de “Una noche en París”, pero ya en nuestras salas se proyecta “You willl meet a tall dark stranger”, traducida como “Conocerás al hombre de tus sueños”, un supuesto drama que conserva el sabor de las mejores comedias del autor de “Manhattan”.

“Conocerás al hombre de tus sueños” cuenta un momento en la vida de un puñado de personajes fracasados de alguna forma (y valga recordar que el fracaso es uno de los temas que sirve como columna vertebral a los más de cuarenta films de Allen): Una pareja de ancianos interpretados impecablemente por Anthony Hopkins y Gemma Jones cuyo matrimonio termina luego de una vida juntos; su hija, Naomi Watts, quien ya cerca de los cuarenta se duele por no haber conformado aún una familia junto a su esposo, Josh Brolin, un escritor principiante en crisis creativa… Basta contar hasta este punto para saber que en esta película están los mismos temas de siempre… de hecho, si suprimiéramos los nombres de los personajes podríamos confundir el argumento con la “Comedia sexual de una noche de verano”, “Maridos y esposas”, “Hannah y sus hermanas”, “Manhattan”, “Interiores”. Incluso nos encontramos aquí con el personaje del vidente tan presente en películas como “Cassandra’s dream” “Poderosa Afrodita”, “Scoop”… En fin. Así que no les falta razón a quienes señalan esa reiteración como “un poco más de lo mismo”.

No hay en “Conocerás al hombre de tus sueños” una perspectiva y un enfoque deslumbrante como lo hubo en obras maestras como “Manhattan”, “Hannah y sus Hermanas”, “Deconstructing Harry” o “Match Point”, es cierto. Pero se debe admitir también que se trata de una película destacada en comparación con las obras menores a las que ya nos estaba acostumbrando Allen desde que dejó de filmar en New York. De cualquier forma también es del caso recordar que el nivel de producción de un director que filma una película por año, probablemente tenga épocas desiguales.

El elenco de está además integrado por Antonio Banderas, de quien nunca hay mucho que decir. Interpreta a un acaudalado dueño de una galería de arte del cual el personaje de Naomi Watts, Sally, termina por encapricharse para profundizar la crisis de su matrimonio. Vemos también a Freida Pinto, de Slumdog Millionaire, como una joven estudiante de música que cautiva con su belleza exótica a Roy, el personaje de Josh Brolin.

Una mención especial merece Lucy Punch, Charmaine en la película, una prostituta de la cual se enamora Anthony Hopkins, Alfie. Punch, con su evidente gracia y sentido del humor, recuerda los mejores momentos de Mira Sorvino en Poderosa Afrodita (no está de más recordar que las prostitutas también son personajes reiterativos en la películas de Woody Allen). Charmaine es la promesa de juventud para Alfie, quien resulta ciego al mal gusto de la rubia oportunista…


Por último me queda mencionar el regocijo que me produjo ver de nuevo los enredos amorosos y los desencantos de esos personajes extraviados debido a las absurdas presiones del mundo. Eso es lo que nos ofreció siempre Woody Allen, un excelente retrato de nosotros mismos. Y es un gusto poder reírse de otros con la íntima convicción de que lo verdaderamente risible es nuestra propia vida.

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