jueves, 2 de enero de 2014

El 2014 en seis películas




A muy grandes rasgos, algunas de las mejores películas del año que acaba de terminar.

Amour

Han pasado varios meses desde que vi esta película de Michael Haneke y aún no sé qué pensar al respecto. Se me ocurre que, como suele ocurrir en la obra de este gran director sueco, hay una carga considerable de sadismo. La historia transcurre por momentos con un ritmo pausado, casi anodino, como transcurre la vida de cualquier persona. Pero esa morosidad, sin que el espectador se entere, se va anudando alrededor de su cuello hasta dejarlo sin respiro.

A veces se me ocurre que los recursos de Haneke al explorar la vida emocional de sus personajes son equivalentes en el cine dramático a la pirotecnia y a los efectos digitales del cine de acción y de aventuras. Aun así no me cabe duda de que Amour es desde ya mismo un clásico del cine. En lo personal es una de las películas que más me hizo llorar. No en el año, en la vida.

No

En efecto Pablo Larraín fue una de las grandes sorpresas con el relato de un momento crucial de la historia de Chile: la gestación de una campaña publicitaria para promover el voto en contra de la continuidad de Augusto Pinochet en el poder. Uno podría pensar que semejante argumento solo podría prestarse para una historia farragosa y aburrida (algo similar pensaron muchos del argumento de Lincoln, la película de Spielberg), pero muy pronto aparece una tensión muy propia del thriller político, dosificada con tal destreza que recuerda a maestros como Sidney Pollack o Alan J. Pakula.

Gael García Bernal luce aquí como un actor sólido y maduro, absolutamente verosímil. Un aspecto muy destacado es el uso del formato de video U-matic, que le dio al film una apariencia realista y hasta anacrónica, pero muy efectiva porque sin duda remite al espectador a la estética visual de los 80’s.

En particular disfruté mucho de la reflexión de fondo sobre el poder de la imagen, recurso al cual muchos, en favor de la palabra, se jactan de identificar con lo superficial, pero que se presta como ninguno para expresar el vigor del pensamiento.

Prisoners

Denis Arcand dejó a medio mundo boquiabierto con Incendies, esa suerte de tragedia griega ambientada en el conflicto del Oriente Medio; de allí la expectativa que muchos teníamos con su siguiente proyecto. Prisioners es una película que continúa la tradición de grandes thrillers como El silencio de los inocentes, Seven, Río místico, y Gone, baby, gone. Es una sucesión de pistas falsas que agobian al espectador y lo conducen por un laberinto del cual solo alcanza a entrever la salida en los últimos minutos.

También es una película de actores: Paul Dano, Melissa Leo, Viola Davis, María BelloJake Gyllenhaal en el papel del detective Loki carga a su personaje con pequeños detalles que le atribuyen misterio y robustez sicológica, logrando que el espectador se quede inquieto por la historia detrás de los tatuajes y los tics. Hugh Jackman por su parte interpreta a un padre conservador, probablemente republicano, y obsesionado con la idea del fin del mundo. Yo por lo menos ni me imaginaba que el tipo pudiera alcanzar un nivel interpretativo tan respetable.

Gloria

Esta fue posiblemente la sorpresa más agradable de todo el año, otra película chilena: la historia de una mujer divorciada y ya por encima de los sesenta años que se pasa las noches recorriendo bares frecuentados por gente de su misma edad que quiere encontrar pareja. Ante todo creo que a pesar de explorar tan bien el ámbito del amor pasional en la tercera edad, la película le habla a todo el mundo porque la soledad y la imposibilidad de encontrarse con el otro son problemáticas universales y de hecho demasiado frecuentes en personas muchísimo más jóvenes que Gloria.

Muy pronto uno simpatiza con la protagonista del relato, con sus miserias y con sus aspiraciones, que tal vez no van más allá de sentirse querida por alguien. Muy pronto queda  uno atrapado también por el aura de melancolía que la rodea.

Por alguna razón el filme del chileno Gonzalo Meaza me recordó mucho las Memorias del Subdesarrollo de Gutiérrez Alea. Tal vez sea la dosis de existencialismo presente en ambas o el irremediable aislamiento de los protagonistas, no sé.

Antes del anochecer

Recuerdo perfectamente la emoción que sentí hace muchos años al ver Antes del amanecer, la primera entrega de esta serie de Richard Linklater a la que le siguió Antes del Atardecer. Creo que son más de una las generaciones que se sienten identificadas con la visión del mundo de Jesse y Céline.

También pienso que esta pareja es una de las precursoras de esos amores ideales que tanto capitalizó luego el cine indie en películas como Garden state y 500 days in summer,  por mencionar solo dos ejemplos.

Lo asombroso de Antes del anochecer es la increíble austeridad de recursos: un largo diálogo que en las anteriores películas se desarrolla en Viena y en París y ahora en algún paraje bucólico de Grecia. Pero obviamente la clave radica en la infinidad de apuntes inteligentes y de preguntas fundamentales en la vida de todo el mundo. Jesse y Céline son como todos nosotros, ni más ni menos.

Gravity

Este es un relato casi tan viejo como la misma humanidad. Es el relato del viaje que emprende el héroe en busca de su identidad y de su lugar en el mundo. Es el relato de Odiseo, de Eneas, de Dante, de Don Quijote

Alfonso Cuarón me dejó asombrado con Children of men, una película llena de unos recursos narrativos tan bien administrados que pronto uno se olvida que muchos de ellos son lugares comunes. Creo de hecho que esa es una de las mejores películas en lo que va corrido de este siglo.

En Gravity el mexicano tampoco propone grandes innovaciones narrativas pero la perfección técnica del film y el buen manejo de la tensión dejan en un segundo o tercer plano cualquiera de las  imprecisiones que los expertos en el tema de las caminatas espaciales le han querido atribuir. Sandra Bullock, que hiperventila durante toda la película, hace un papel aceptable, creo yo, pero ni de cerca tan destacado como algunos quieren hacer creer. 

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