Algunas ideas sobre la última película de Wes Anderson
La soledad
Mi película
preferida de Wes Anderson es, de lejos, Bottle Rocket. Y siempre estoy
esperando que el gran director algún día recupere la sencillez de su ópera
prima. Eso no significa que no sienta gran aprecio por lo que vino después. Pero creo que
progresivamente, durante un buen tiempo,
sus personajes y sus argumentos se fueron haciendo cada vez más
abstractos y sofisticados, casi indescifrables, diría yo. Al punto que The
Royal Tenembaum parece una obra del teatro del absurdo
Moonrise
Kingdom tiene algo de esa sofisticación pero en el fondo es bastante sencilla.
Lo que da sustento a la historia es la profunda soledad de los personajes. Es
una soledad que tiene varios hilos narrativos: esta la soledad de Walt Bishop,
el padre de familia que parece naufragar en su propia casa; esta la soledad del
el capitán Sharp; y obviamente esta la soledad de Suzy y Sam. La película
parece estar ambientada en los años cincuenta o sesenta pero pronto uno comprende
que esos personajes son intemporales y que su aislamiento podría ser el nuestro.
La soledad es
uno de los temas predilectos de Anderson, cuyos personajes además parecen haber
perdido el sentido de la vida: Margot
Tenenbaum, Dignan, Steve Zissou,
los hermanos Whitman.
Los actores
Con la excepción de Bottle Rocket, la atmósfera en la que
viven los personajes de Wes Anderson es siempre extraña y hasta cierto punto
onírica. Casi nada de lo que ocurre en esas películas quiere imitar fielmente a
la realidad. En Moonrise Kingdom, solo por mencionar un caso, todo está
dispuesto de manera que el espectador siempre comprende que lo que tiene ante
sus ojos es un decorado, como en una obra de teatro: la balsa en la que Sam
escapa al principio de la película es prácticamente de juguete y la casa de
Suzy es como de muñequero. Algo similar ocurre con los actores: dicen sus
diálogos de manera convincente, podemos ver también sus emociones, pero siempre hay en ellos, en
su actitud, algo ligeramente sobreactuado.
Ahora que lo pienso se me ocurre que buena parte de esa
extrañeza radica en la mirada: cuando uno los ve ante la cámara, los personajes
de Wes Anderson prácticamente no parpadean, sostienen la mirada como si
estuvieran en éxtasis. Lo mismo ocurre con los diálogos: parecen escritos en
piedra, siempre definitivos. Esa característica resultaría ridícula en muchos
otros directores, pero sobre todo, resultaría ridícula con otros actores. El
caso es que aquí estamos frente a maestros: Bill Murray, inmutable como
siempre, pero también encantador; Frances
McDorman, Harvey Keitel; Edward Norton… Jason Schwartzman, que no podía faltar y que como siempre encaja perfectamente…
Jared Gilman y Kara Hayward, los dos niños que interpretan a Suzy y Sam, de
hecho parecen haber nacido para actuar en una película de Wes Anderson.
Bruce Willis
Por último quiero mencionar lo mucho que me gustó Bruce
Willis. Para mí el tipo tiene un no sé qué de Humprey Bogart. Infortunadamente
no siempre se ha involucrado en proyectos que le permitan explorar mejor su
presencia escénica. Tal vez fueron Terry Gilliam y Tarantino quienes mejor lo
supieron aprovechar.
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