Una biografía: Vida
de Benvenuto Cellini contada por él mismo. Un libro apasionante que nos
recuerda que un gran artista suele ser un gran cabrón. Cellini es uno de los personajes
más bizarros del renacimiento: joyero, escultor, soldado… megalómano
incorregible. A lo largo del libro relata sus múltiples asesinatos; en un
episodio, durante el sitio de Roma llega incluso a matar a más de veinte
hombres… Amigo casi hasta la idolatría de Miguel Ángel y protegido del
Vaticano hace desbordar su relato de
infidencias de la vida Renacentista en Florencia y Roma y el libro termina siendo
al tiempo un vasto relato de aventuras imprescindible para comprender aquella
época.
El primero que
leyó: las Fábulas de Esopo ilustradas por Mordillo. Amo la lectura y el dibujo
por culpa de ese librito hermoso. Era la joya más preciada de la biblioteca de
mi padre, que estaba llena de libros ásperos e insufribles sobre sindicalismo,
política y economía. Pero él amaba esa edición y la protegía celosamente. Mi
hermano y yo no desaprovechábamos la oportunidad de raptar el librito para
leerlo en ocasiones y tratar de copiar los dibujos, que aún hoy me resultan
encantadores.
Uno que haya odiado
hace años y hoy admira: Ficciones. En principio odié a Borges, pero eso ahora
ya es como hablar de otra vida... Llegué a él en los primeros días de la
universidad y muy pronto lo encontré aburrido y exageradamente grave. Durante
un tiempo lo usé como un eficiente somnífero. Pero lentamente y sin darme
cuenta se me metió en la sangre el amor profundo por el viejo sabio argentino.
Y a estas alturas de la vida creo que es ya uno de esos amores de siempre.
Uno que amo hace
años y hoy reniega de él: García Márquez en general. Fue un amor de la primera
juventud y quiero reconciliarme con él. Hace unos años los profesores de
colegio no tenían el mal gusto de obligar a sus alumnos a leer a nuestro Nobel.
Yo en efecto lo leí por gusto y con una abnegación admirable. Como muchos,
quede totalmente deslumbrado por la exuberancia de esas palabras y por esa
imaginación exótica… Pasaron los años y comencé
a cobrarle al autor las mezquindades del personaje público: su arribismo
político, su arrogancia manifiesta, su corrección intelectual, en fin… Además,
como muchos otros lectores, entendí una especie de irremediable estancamiento
en su obra luego de “El amor en los tiempos del cólera”… difícilmente olvidaré
sin embargo los innumerables días leyendo esos primeros libros suyos entrañables…
Uno ruso que sí
haya leído. Doctor Zhivago de Boris Pasternak. Un embeleco de la post
adolescencia...Y por entonces me gustó... Hubo una época en la que tenía una
especial preferencia por los libros voluminosos. Me emocionaba la idea de ir
despachándolos lentamente como si se tratara de un viaje. Y en efecto Zhivago
es uno de esos libros vastos que se van lentamente. Recuerdo especialmente a Tonia, la mujer del poeta, justo
cuando él, durante un baile, comienza a enamorarse de ella, que acaba de
comerse una naranja… Pasternak describe el olor de sus manos de una manera tan
embriagante que es imposible no sentirse un poco enamorado también…
El que más ha
leído. La Ciudad de Cristal, de Paul Auster. Y siempre que lo leo el
desasociego es igual. Adoro a Daniel Quinn… La trilogía de Nueva York en
general es un completo estudio de la soledad y el miedo en el que es fácil
verse reflejado. Obviamente figura entre la lista de mis libro preferidos y me
molesta un poco la etiqueta de literatura postmoderna que muchos insisten en
ponerle. Es un gran clásico de la literatura y punto. Y Daniel Quinn es una
reinvención del Quijote, pero esta vez usando la novela policíaca como pretexto…
Uno que lo haya
sorprendido por bueno: La soledad de los números primos. Una novela
sobrecogedora, de gran sabiduría narrativa. En principio a uno le entra
desconfianza de los best sellers… Pero un libro con un título tan bello merece
una oportunidad. Y yo decidí comprar éste cierta vez en el aeropuerto El Dorado mientras aguardaba, resignado, mi
vuelo. Lo leí de una sentada…Fue una especie de deslumbramiento. No esperaba
que un autor tan joven como Paolo Giordano pudiera alcanzar tanta madurez y esa
historia de amor imposible me conmovió profundamente.
Uno de poemas. El
país del viento, de William Ospina. Una auténtica obra maestra de la poesía en
Colombia. Lo leí innumerables veces tendido en el piso, entre los estantes de
la biblioteca de mi universidad. Al principio no salía del asombro ante ese
libro tan maduro, lleno de versos que siguen en mi memoria resonando con el
mismo poder de siempre. Cómo olvidar por
ejemplo aquel monólogo dramático titulado “Lope de Aguirre” en el que el brutal
conquistador español relata su vida delirante y sangrienta en las Indias. Es
una evocación de Herzog, obviamente, pero Ospina descifra en ese poema las
claves de la barbarie conquistadora en nuestro continente…
Uno que le gustaría
volver a leer en su vejez. El hombrecillo de los gansos, de Jacob Wasserman. Un
novela estremecedora, hermosa e incomprensiblemente olvidada a pesar de estar al
mismo nivel de clásicos como “La Montaña Mágica”, “Ulises” o “En busca del
tiempo perdido”. Wasserman, autor además de "Kaspar Houser" y a quien tal vez se recuerda más por su biografía de
Cristobal Colón, nos cuenta la historia de Daniel Nothaff, un músico genial pero relegado a una vida casi miserable y marginal debido a sus profundas
convicciones estéticas e intelectuales. Los personajes que lo rodean son
representaciones alegóricas de algunas de las principales pasiones humanas.
Pero vale aclarar que Wasserman nos desnuda la sicología de ellos como
un maestro consumado y agudísimo. Hay un capítulo en especial que espero
releer; se llama “ Felipina enciende un fuego”…