
Keats y un puñado de sus amigos románticos fueron los precursores de esa extraña costumbre de morir joven, tan valorada por los músicos pop de nuestros tiempos. Y fue, ante todo, uno de los grandes fundadores de la imagen romántica del artista como un fracasado, estigma francamente chocante que aún no se ha podido borrar y detrás del cual se esconden una infinidad de verdaderos cretinos. El autor de Endymion murió en Roma a los 25 años víctima de la tuberculosis y fueron necesarios muchos años para que se le reconociera el estatus como uno de los grandes poetas del Romanticismo. Parte de ese reconocimiento se fundamenta la correspondencia con Fanny, publicada mucho después de su muerte y que escandalizó a la siempre hipócrita y solapada sociedad victoriana.
Así, la película de Campion no pretende ser una obra biográfica, a pesar de que en ella se documentan necesariamente algunos aspectos de la vida del poeta. Es más bien la historia, contada de una manera sobria pero efectiva, de esos últimos años de su vida durante los cuales lentamente se enamoró de esa pequeña costurera aficionada a la moda que se atrevió a pedirle clases de poesía.
Keats se nos muestra como un joven brillante y de carácter definido que len
tamente comienza a comportarse como un adolescente a medida que va sucumbiendo al encanto de Fanny Brawne. Ella por su parte es una mujer sencilla pero encantadora e inteligente que incluso termina cautivando al celoso amigo de Keats, Charles Brown. La relación entre los dos en la película evoluciona de una manera fluida y sin mayores dramatismos, como ocurre con las relaciones de miles de personas, no hay nada aquí de los recurridos amores tormentosos. Las únicas alteraciones ocurren debido a la precaria situación económica del poeta y a su lamentable estado de salud. Alrededor de ellos personajes normales: familiares y amigos encarnando los mismos roles que los padres, familiares y amigos encarnan en la vida de cualquiera. Probablemente gran parte de la calidad de la película resida en mostrarnos a un gran personaje con desapasionamiento y sencillez como si fuera un tipo cualquiera.
Dos aspectos muy relevantes en la película son la fotografía y el vestuario. En cada imagen de Brigth Star nos encontramos con composiciones de luz y color de gran armonía que recuerdan mucho a Jhon Ingres pero sobretodo el equilibrio de los pintores flamencos del barroco, especialmente a Jhohanes Veermer. Y el vestuario es una delicia: sombreros, tocados, sayas, levinas, mitones, vestidos de tafetán con bordados. Todo al servicio de una Abbie Cornish preciosa y de una historia sencilla y memorable.