viernes, 23 de septiembre de 2011

Insidious, de James Wan

Un desmesurado carnaval de fantasmas



Tal vez la principal particularidad de Insidious es que,  a diferencia de la mayoría de películas de terror en nuestros días, por momentos verdaderamente asusta. James Wan, responsable de la primera entrega de Saw, un hito del género, regresa luego de Doggie Heaven, un trabajo nada memorable, con esta suerte de carnaval macabro poblado de fantasmas pálidos y  demonios estrambóticos. La cinta fue recibida con gran entusiasmo por algunos, que la ven como un gran aporte al género, pero de la misma forma ha sido despreciada y ridiculizada por otros, que la tachan de extravagancia torpe e inaceptable.

Incidious es la típica historia de la familia que se muda a una antigua casa que, como es obvio, parece estar bajo el influjo de seres malignos. Un día uno de los pequeños hijos sufre un accidente  y entra en estado de coma profundo. Desde entonces la vida de la familia se transforma: extrañas manchas de sangre aparecen como acechando al niño, se oyen voces y aparecen fantasmas blancos, como empolvados con harina. Wan ha declarado que su intención era filmar una versión contemporánea de Poltergeist, aquel blockbuster que aterrorizó  a los adolescentes de los 80’ y que es, por decirlo de alguna forma, la obra cumbre del subgénero de las casas embrujadas. Pero al ver la película, a la mente del espectador llegan además fácilmente recuerdos de trabajos recientes como Paranormal Activity,  Los otros, El Orfanato y El Laberinto del Fauno, dejando claro, por cierto, la preeminencia que el cine fantástico y de horror español ha alcanzado en el panorama cinematográfico mundial. Otra influencia notable, especialmente por la estética de las apariciones y los fantasmas, es la del gran director italiano Mario Bava.

Los recursos de los cuales se vale Insidious para hacernos brincar de los asientos en más de una ocasión, aunque bien utilizados, no tienen mucho de novedoso: cada aparición fantasmagórica está precedida del silencio y la calma y acompañada por algún estruendoso efecto sonoro. En algunas ocasiones, de hecho, uno ya sabe con certeza que se aproxima un sobresalto: a una secuencia que comienza con una gran alarma la sigue el sosiego, y cuando el espectador ya está desprevenido y la tranquilidad parece reinar ¡De nuevo el terror! Es una fórmula, pero en este caso utilizada de una manera provechosa.

Algunos críticos han lamentado lo que ellos llaman lugares comunes, y es necesario recordar que el cine de género, sin importar cuál sea, vive precisamente de repetir una y otra vez sus propios tópicos, eso es lo que lo hace pertenecer a un género determinado. La diferencia se encuentra en la gracia y la novedad con la que se aborde ese tópico. Aquí nos encontramos por supuesto con una médium, excéntrica y en su primera aparición tan aterradora como los mismos fantasmas; nos encontramos con sus asistentes, torpes pero encantadores; nos encontramos por último con un pull de fantasmas cortados con la misma tijera de infinidad de películas: un niño juguetón, una joven misteriosa, un hombre aterrador… en fin…

Pero el elemento verdaderamente polémico de la historia aparece con una especie de demonio que incursiona hacia la mitad de la cinta. Incluso hay quienes hablan de dos películas diferentes: la de los fantasmas normales y la del demonio (misteriosamente parecido al Darth Maul de la Guerra de las Galaxias) Esa presencia  le atribuye a la película un carácter casi estrambótico  y onírico. Es una ruptura con la tensión creada por las atmósferas fantasmagóricas y una apuesta por un mundo simbólico que recuerda un poco al Hicthcock de Spellbound


sábado, 10 de septiembre de 2011

El Origen del planeta de los Simios, de Rupert Wyatt

Unos monos geniales y pixelados



Hay por lo menos dos circunstancias que favorecen el estreno de El Origen del planeta de los Simios, de Rupert Wyatt, y que tal vez nos dejan comprender la excesiva benevolencia con la que la ha sido recibida por la crítica. En primer lugar está el precedente de El Planeta de los Simios (2001), protagonizada por Mark Wahlberg y también inspirada en la novela de PierreBoulle: sin lugar a dudas muy pocos en Hollywood podrían alcanzar el nivel de incompetencia necesario para filmar una película tan somnífera y pobre como la del maestroTim Burton, a pesar de que hay innumerables candidatos. Así que, de ahí en adelante, todo puede considerarse ganancia. En segundo lugar están las propuestas cinematográficas de 20th Century Fox esta temporada. El panorama es más bien modesto: Montecarlo, una bobada insufrible protagonizada por SelenaGómez; Los pingüinos del Sr. Poper, con Jim Carrey, comedia familiar de lacual me atrevería a apostar que no pasará a la historia; y X-men First Class, una propuesta másinteresante pero sin el alcance del resto de la saga. En ese contexto, como esde esperarse, esta precuela del clásico de Frnkliyn J. Shafner, tiene el camino despejado.


Y habría que decir que El Origendel Planeta de los Simios es prácticamente aceptable, a pesar de todo. Nos cuenta la historia del científico Will Rodman, interpretado por un James Franco a quien algún director por fin debería pedirle que abra bien los ojos, que experimenta con monos tratando de encontrar la cura para el Alzahimer, mal que padece su padre (John Lithgow). En el proceso uno de los monos, Cesar, se transforma en una especie de genio primate que incluso aprende a hablar con una voz diáfana que envidiaría Julio Sánchez Cristo y termina liderando una rebelión contra los humanos secundado por sus compañeros de especie, entre ellos un orangután de lo más coqueto. Las razones de la rebelión uno diría que quedan en entredicho.También queda en entredicho la razón por la cual de un momento a otro todos los monos resultan geniales, pero en fin.



James Franco, al lado de Cesar (andy Serkys), un mono
con evidentes dotes interpretativas.

Algunos críticos hablan complacidos de la agilidad y el buen ritmo con los cuales se desarrolla el relato… y probablemente están haciendo un uso bastante alternativo de esos dos términos porque de hecho en pos de darle profundidad y cuerpo a la historia, el director se detiene en la relación cotidiana de los cuatro personajes principales y en la enfermedad del padre del científico de una de una manera que logra impacientar por ratos al espectador. Como contrapartida de ese problema narrativo hay que reconocer que uno de los grandes aciertos de la película es la profundidad psicológica que alcanza Cesar (gracias en buena medida al trabajo de Andy Serkys, recordado por interpretar criaturas de Peter Jackson como King Kong y Gollum). En él notamos la evolución de un mono bebe, juguetón y gracioso, a un animal cerebral e introspectivo con rasgoshumanos y con el carisma que no tiene ninguno de los otros personajes.


Muchos han celebrado la calidadde los efectos. Y lo cierto es que en ocasiones, cuando los planos son cercanos,el asunto es bastante verosímil, pero eso es todo. Por lo general uno tiene la impresión de que está viendo una animación no precisamente bien lograda. Uno de los planos finales es casi burdo, si consideramos los altísimos estándares deuna producción como esta. Y recuerda uno las imágenes de la versión original de1968 y de la serie de televisión en las cuales los disfraces, que podrían hoy calificarse de primitivos, eran suficientemente convincentes.

Excepto por Andy Serkys y John Lithgow, el elenco de la cinta debe mencionarse como un asunto puramente técnico, sin trascendencia interpretativa: Freida Pinto, Slumdog Millionaire y Conoceras al Hombre de tus sueños, no es más que una figura decorativa; y Tom Felton, Draco Malfoy en la saga Harry Potter, no vamás allá de una presencia caricaturesca, sin mayor relevancia… De James Franco,que tanto nos entusiasmo en 127 horas y en ese más que aceptable trabajo en Howl, no hay mucho que decir.

Por último vale anotar que en un momento en el cual el cine solo cuenta desabridas historias de superhéroes o trata de asegurarse con remakes faltos de imaginación y carácter, y en el contexto siempre pobre de nuestra cartelera El Origen del Planeta de los Simios puede considerarse como una buena opción.Pero tal vez la elección más sabía sea alquilar el dvd y deleitarse en casa con la versión original de 1968.


viernes, 9 de septiembre de 2011

30 Libros: A propósito del reto twittero, segunda parte.



Una biografía: Vida de Benvenuto Cellini contada por él mismo. Un libro apasionante que nos recuerda que un gran artista suele ser un gran cabrón. Cellini es uno de los personajes más bizarros del renacimiento: joyero, escultor, soldado… megalómano incorregible. A lo largo del libro relata sus múltiples asesinatos; en un episodio, durante el sitio de Roma llega incluso a matar a más de veinte hombres… Amigo casi hasta la idolatría de Miguel Ángel y protegido del Vaticano  hace desbordar su relato de infidencias de la vida Renacentista en Florencia y Roma y el libro termina siendo al tiempo un vasto relato de aventuras imprescindible para comprender aquella época.

El primero que leyó: las Fábulas de Esopo ilustradas por Mordillo. Amo la lectura y el dibujo por culpa de ese librito hermoso. Era la joya más preciada de la biblioteca de mi padre, que estaba llena de libros ásperos e insufribles sobre sindicalismo, política y economía. Pero él amaba esa edición y la protegía celosamente. Mi hermano y yo no desaprovechábamos la oportunidad de raptar el librito para leerlo en ocasiones y tratar de copiar los dibujos, que aún hoy me resultan encantadores.

Uno que haya odiado hace años y hoy admira: Ficciones. En principio odié a Borges, pero eso ahora ya es como hablar de otra vida... Llegué a él en los primeros días de la universidad y muy pronto lo encontré aburrido y exageradamente grave. Durante un tiempo lo usé como un eficiente somnífero. Pero lentamente y sin darme cuenta se me metió en la sangre el amor profundo por el viejo sabio argentino. Y a estas alturas de la vida creo que es ya uno de esos amores de siempre.

Uno que amo hace años y hoy reniega de él: García Márquez en general. Fue un amor de la primera juventud y quiero reconciliarme con él. Hace unos años los profesores de colegio no tenían el mal gusto de obligar a sus alumnos a leer a nuestro Nobel. Yo en efecto lo leí por gusto y con una abnegación admirable. Como muchos, quede totalmente deslumbrado por la exuberancia de esas palabras y por esa imaginación exótica… Pasaron los años y comencé  a cobrarle al autor las mezquindades del personaje público: su arribismo político, su arrogancia manifiesta, su corrección intelectual, en fin… Además, como muchos otros lectores, entendí una especie de irremediable estancamiento en su obra luego de “El amor en los tiempos del cólera”… difícilmente olvidaré sin embargo los innumerables días leyendo esos primeros libros suyos entrañables…

Uno ruso que sí haya leído. Doctor Zhivago de Boris Pasternak. Un embeleco de la post adolescencia...Y por entonces me gustó... Hubo una época en la que tenía una especial preferencia por los libros voluminosos. Me emocionaba la idea de ir despachándolos lentamente como si se tratara de un viaje. Y en efecto Zhivago es uno de esos libros vastos  que se van  lentamente. Recuerdo especialmente a Tonia, la mujer del poeta, justo cuando él, durante un baile, comienza a enamorarse de ella, que acaba de comerse una naranja… Pasternak describe el olor de sus manos de una manera tan embriagante que es imposible no sentirse un poco enamorado también…

El que más ha leído. La Ciudad de Cristal, de Paul Auster. Y siempre que lo leo el desasociego es igual. Adoro a Daniel Quinn… La trilogía de Nueva York en general es un completo estudio de la soledad y el miedo en el que es fácil verse reflejado. Obviamente figura entre la lista de mis libro preferidos y me molesta un poco la etiqueta de literatura postmoderna que muchos insisten en ponerle. Es un gran clásico de la literatura y punto. Y Daniel Quinn es una reinvención del Quijote, pero esta vez usando la novela policíaca como pretexto…

Uno que lo haya sorprendido por bueno: La soledad de los números primos. Una novela sobrecogedora, de gran sabiduría narrativa. En principio a uno le entra desconfianza de los best sellers… Pero un libro con un título tan bello merece una oportunidad.  Y yo decidí comprar éste cierta vez en el aeropuerto El Dorado mientras aguardaba, resignado, mi vuelo. Lo leí de una sentada…Fue una especie de deslumbramiento. No esperaba que un autor tan joven como Paolo Giordano pudiera alcanzar tanta madurez y esa historia de amor imposible me conmovió profundamente.

Uno de poemas. El país del viento, de William Ospina. Una auténtica obra maestra de la poesía en Colombia. Lo leí innumerables veces tendido en el piso, entre los estantes de la biblioteca de mi universidad. Al principio no salía del asombro ante ese libro tan maduro, lleno de versos que siguen en mi memoria resonando con el mismo poder de siempre.  Cómo olvidar por ejemplo aquel monólogo dramático titulado “Lope de Aguirre” en el que el brutal conquistador español relata su vida delirante y sangrienta en las Indias. Es una evocación de Herzog, obviamente, pero Ospina descifra en ese poema las claves de la barbarie conquistadora en nuestro continente…

Uno que le gustaría volver a leer en su vejez. El hombrecillo de los gansos, de Jacob Wasserman. Un novela estremecedora, hermosa e incomprensiblemente olvidada a pesar de estar al mismo nivel de clásicos como “La Montaña Mágica”, “Ulises” o “En busca del tiempo perdido”. Wasserman, autor además de "Kaspar Houser" y a quien  tal vez se recuerda más por su biografía de Cristobal Colón, nos cuenta la historia de Daniel Nothaff, un músico genial pero relegado a una vida casi miserable y marginal debido a sus profundas convicciones estéticas e intelectuales. Los personajes que lo rodean son representaciones alegóricas de algunas de las principales pasiones humanas. Pero vale aclarar que Wasserman nos desnuda la sicología de ellos como un maestro consumado y agudísimo. Hay un capítulo en especial que espero releer; se llama “ Felipina enciende un fuego”…